El miedo

***


El agua helada se arrastraba sinuosa por la orilla.
¡Mira!
Gritabas imparable, sonriendo vida, señalando nervioso de un lado a otro,
con los ojos inundados del paisaje que nos envolvía.
¡Mira mamá! ¡Mira!
Y el recuerdo claro de esos deditos tuyos tan pequeños correteando
ante mi mirada absorta, dibujando en el aire senderos invisibles,
desenterrando tesoros ocultos bajo el bosque, historias enterradas abajo, en los riscos.
¡Mamá, mira! ¡Mira!
Esos deditos tuyos que apuntaban todo, incansables, a la nada,
señalaban rocas-cascadas-mares-fantasmas-memorias-olvidos-tu alma
 Y nubes, Y dunas Y estrellas, Y espuma
     Planetas, cometas.                    
Mentiras completas


En busca de todo tus deditos flotaron: En busca del musgo,
huyendo del lodo, en busca del aire, huyendo del fondo…
En busca del viento, del tiempo, tu grito, ¡un momento!…
¡Mira, mamá, mira!
Y el sonido de tus risas me taladra el pensamiento,
la suavidad de tus manitas me quema la memoria,
el olor de tu pelo me tritura los sentidos hasta convertirlos en arena.
¡Mira, mamá, mira!
Pero el agua está muy fría y se agarra ya a mis rodillas,
me duerme ya casi los muslos. Y tú tiemblas alegre, ajeno.


Miro fija al sol, sin cerrar los ojos, ni un pestañeo.
Y te escucho claro y limpio, escucho tus palabras, susurras mis miedos,
te oigo seseante y subrayas cada rrrrrrr porque te gusta vibrar  tu lengua
al infinito y te miro y te veo alegre y ausente,
te miro y te veo muerto y eterno, y te miro y no cierro los ojos,
porque no quiero el recuerdo, porque quiero el momento.

El agua helada trepa sinuosa hasta mis caderas,
en la mano derecha el móvil,
con el brazo izquierdo te sostengo firme y qué bonito eres pienso,
y qué bonito eres.
¡Mira, mamá, mírame!
Y una brisa me devuelve al mundo y levanto firme el brazo
y te enfoco con el móvil y en la pantalla no te veo, no estás,
tú no estás ahí, no estás, tú no estás en ningún lado, tú no estás,
no estás más tú, ya no estás, dónde, no te veo, no te toco, tú no estás.
Me giro y te busco, y te encuentro agarrado  a un destello dorado.
Me giro y te busco y te veo allá ahogado y alegre, dormido e inerte.
¡Pero aquí sigues, subido en mi brazo, silbando a la muerte,
gritándole armado: Mira, mamá, mira como vuelo!
¿Dónde estás cariño? Mira cosita mía, mira a la cámara.
Y aprieto el botón y subimos ambos al infinito recuerdo de una red que nos hará eternos.
Pero allí  no hay nada de nada, en la foto, no hay nada.
Solo hay agua y arena, no hay más que mareas, solo hay viento invisible,
solo dunas y pena.


¿Dónde miro amor mío?
¿Dónde miro pequeño?
¿Dónde miro sin verte?

¿Dónde miro y sonrío?

***

Jara Quijada, Les dunes


***


- Edad

- 32

- Motivo de la visita.

- Se me han quedado pegadas las paredes de la laringe y no puedo tragar.
- Querrá usted decir las paredes del esófago.

- El nombre poco importa. La pielecilla fina que recubre el tubo por donde baja la comida se ha ido
cerrando hasta ahogarme.

- ¿Y por eso está usted aquí? ¿Algún otro síntoma?

- Siento como si me fuera a hacer pis encima todo el rato. Me dijeron la última vez que era una
bacteria nueva, que tendrían que hacerme otro cultivo. Dijeron que a lo mejor tenía una vejiga
hiperactiva.

- La cita la tiene usted mañana, lo pone aquí.

-Siempre se me olvida leer la letra pequeña...menos la del reverso del tubo de la pasta de dientes,
por aquello de ver si tiene flúor.

- Me temo que tendrá que volver usted mañana, señorita.

- ¿Sabe que el flúor le vuelve a una loca?

- No, no lo sabía. Ya ve, cada día aprende una algo nuevo.

-Claro, a no ser que se vuelva loca. Entonces dejaría usted de aprender porque se desconectaría
de la realidad. Dicen que se puede incluso llegar a olvidar el propio nombre y la cara de su madre.

- A más de una no le importaría olvidarse de la cara de su madre.

- A mí me da mucho miedo volverme loca.

- No se le olvide, mañana a las 10 tiene la cita.

- Me acordaré, siempre he tenido buena memoria.

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