28 days later

la mayoría de las veces es mejor mantener el recuerdo que recordar la decepción


28 days later, Daniel Boyle, 2002

         
            Me acabo de tomar una sopita de miso repleta de algas y de setas sitake. Estaba realmente buena y calentita y ha conseguido que mi aterido cuerpo se relaje y se disponga a disfrutar de una peli/libro/disco/ buena dosis de pérdida de tiempo mirando instagram (seamos sinceros, probablemente invierta mi tiempo en esto último). 

             El caso es que me estaba tomando esta sopita  realmente deliciosa aunque un poco salada y de repente me he acordado de que anoche no salí y de que no lo hice para irme a la cama muy temprano y no tener resaca hoy y aprovechar el día haciendo cosas de personas normales y tal. La cosa es que terminé levantándome a las doce del mediodía con un dolor de cuello terrible y con esa extraña sensación de culpa infantil que tienes cuando con más de treinta años te despiertas tarde y piensas en tu madre y en tu abuela y en tu familia en general y piensas también que tal vez deberías dejar de ver levantarte a las doce del mediodía y hacer algo de provecho con tu vida en vez de quedarte hasta muy tarde viendo pelis de zombies... 

             Alguien me dijo una vez que lo que le gustaba de las pelis de muertos vivientes es que cuando crees que todo está hecho viene algún coreano loco (Train to Buzan es un gran ejemplo de esto) y te deja más loco a ti todavía. Eso me pasó a mí la primera vez que vi 28 días después allá por el 2002; me pareció una película espectacular, diferente, realmente deliciosa.Tenía ese toque tan Boyle que había hecho de Trainspotting mi película favorita durante semanas cuando todavía no tenía edad para saber todo lo que sabía y menos aún para que me gustara todo lo que me gustaba. El caso es que cuando vi a los infectados de 28 días correr como si tuvieran un ejército de termitas en el recto, me enamoré locamente. Y durante años idealicé aquel primer y único encuentro. 

             Ayer no dormí por pasar la noche con un amor de juventud, pero no hagáis eso, porque la mayoría de las veces es mejor mantener el recuerdo que recordar la decepción. Pensé que iba a ser como hace catorce años, ilusa yo, estaba convencida de que iba a disfrutar igual, o más. Tenía un recuerdo increíble de la primera vez que vi esta peli, y de verdad creía que nada habría cambiado. 
Esta mañana me desperté pensando en que hay cosas que envejecen mal, y ahora, tomándome la sopa de miso he pensado en lo que sería vivir una distopía, cualquier tipo de distopía, y no poder tomar sopa de miso. También acabo de pensar en que tal vez he sido yo la que ha envejecido mal. O mucho. 

            Sea como fuere, voy a olvidar lo de anoche y a quedarme con el recuerdo de hace catorce años y seguir pensando que Daniel Boyle hizo en su momento una de las mejores películas de muertos vivientes. O al menos hizo algo diferente y le regaló al mundo zombie velocidad y una alta dosis de rabia y violencia como si de un hada madrina se tratase. 

             Y ya nada fue lo mismo después, y ahora ya todos tendremos que correr además de no poder comer sopitas de miso. 

              

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