La costurera

 ...y caíste por la cascada que mi lágrima formó escaleras abajo. 


Man Ray


   Con una leve brisa tu sonrisa desapareció, tímida, entre las flores del horrorosos papel pintado que cubría por aquel entonces la pared.

   Poco a poco se desdibujaron esas arruguillas que te rodeaban los ojos, el contorno de tu boca y tu frente, y con aquella leve brisa voló la felicidad de tus labios y huyó lejos, lejos, mucho más allá de la tarde.

   Ese día estuviste sentada durante horas, pensando hasta donde podrías haber llegado con aquellas piernas tuyas tan pequeñas.

                                          H o r a s,

                                                              h  o  r  a  s,

                                                                                       h   o   r   a   s.

   Pasaron ante ti los cadáveres llameantes de los ríos, las putas viajeras que ese día hacían la calle, los pobres ladrones que duermen en los bancos del parque, los violadores que acechan desconsolados en los soportales.
   Pero tú no te inmutaste, con la mirada perdida, los pantalones mojados y el aliento robado, seguiste erguida, solemne y valiente.
   Te robaron el aliento y la sonrisa. Pero tu felicidad había volado, con una brisa leve, lejos, donde nadie, ni siquiera tú, la encontraría jamás. 

   Tengo una idea, pero al abrir mi boca lo único que sale es un sonido acuoso que huele como huelen las almas muertas de los ahogados. Te miro, ansiosa, pero tu no sonríes ni tan siquiera respiras.

   Así que me pongo manos a la obra: aguja hilo tijeras rotulador rojo imperdibles dedal tiza pintura blanca y carmín . Lienzo blanco lágrimas y pacharán.

Pero no logré nada y caíste por la cascada que mi lágrima arrastró escaleras abajo. 


1 comentario:

Marta Niporesas dijo...

Me ha encantado, de verdad.